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No te canses de predicar

Un joven creyente con deseos de que todos conocieran a Cristo iba por las calles repartiendo tratados y hablándoles de la Salvación a cuantos podía. Una persona le detuvo y de forma burlona le dijo: Oye joven ¿no te das cuenta que aquí casi nadie te hace caso?  Te rechazan los tratados, los que lo toman lo botan, ¿por qué no te vas para la cárcel de mujeres? Allí ¡si que quieren escuchar de tu evangelio!

El joven no lo pensó dos veces y se fue a la cárcel de mujeres, a pesar de que el lugar era intimidatorio, el joven con valentía se acercó a la primera celda  y comenzó a hablarles a unas mujeres con cara de pocos amigos. Él les dijo que Dios las había amado tanto que había dado a su Hijo para morir por ellas, les extendió su Biblia ofreciéndoselas como regalo, pero la respuesta que recibió fue groserías e insultos, se mofaron de él hasta el cansancio, le quitaron su Biblia y le dijeron: hasta nunca “predicadorcito”. Aquel joven se sintió tan mal, que salio muy triste, conteniendo las lágrimas, mientras escuchaba como susurraban de él los vigilantes: "pobrecito".

A los meses, diversas congregaciones de la ciudad comenzaron a ser visitadas por “famosas delincuentes”, quienes buscaban al joven predicador. Ellas señalaban haber recibido permiso para salir de la cárcel por su buena conducta, y esto se debe a que sus vidas cambiaron desde el día que recibieron en su corazón el mensaje que les llevó ese joven. Ellas señalaron que cuando él salió de la cárcel ellas se sintieron quebrantadas por lo que habían escuchado y la Biblia que le habían quitado les fue de ayuda para rendir sus vidas a Cristo. 

Ellas están buscando al joven predicador para darle las gracias por haberles llevado la Palabra que les dio sentido a sus vidas y pedirle que las perdonara por las mofa, también para animarle a que siga predicando, aunque no vea los frutos al instante, la Palabra  de Dios no volverá vacía.

Puede ser que tú seas ese joven, o tal vez has tenido experiencias similares, predicas y predicas, y sólo recibes burla o desprecio. No te canses jamás de llevar las Buenas Nuevas de Salvación a este mundo hambriento de amor.

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Jehová Dios - Isaías 55:11)

Carlos Sequera                                         

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